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Posts Tagged ‘anécdotas’

Trasteando por webs deportivas, llegué a este blog sobre miscelaneas de fútbol

Una página muy completa, de autor/es de Argentina, que almacena gran cantidad de datos y anécdotas de campeonatos de fútbol de toda la historia. La temática abarca desde declaraciones de entrenadores, futbolistas y vinculados al balompié, como la plantilla de cada equipo campeón de mundial, encuestas sobre los mejores jugadores de la historia, información sobre mascotas de mundiales, así como cantidad de anécdotas sobre el deporte rey.

Abarca gran cantidad de contenido sobre la liga Argentina, amén de comentarios de todo tipo sobre Maradona, Pelé, y otros grandes jugadores.

Valgan un par de citas que me han encantado:


«Ricardo Bochini era un futbolista tan sutil que, cuando hacía un gol, a veces no llegaba la pelota a la red».
Víctor Hugo Morales
[Periodista uruguayo]


«Cuando vas ganando 4-0 y quedan quince minutos de partido, es mejor darle al poste un par de veces para que el publico grite oooh; siempre me ha gustado ese sonido cuando la pelota da con fuerza en el poste».
Johan Cruyff

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De este fin de semana, puente de Andalucía y por tanto, fiestas comunitarias en mi localidad, se pueden contar muchas y muy buenas anécdotas.

Para no explayarme con estas absurdas explicaciones que nadie pide, les comentaré lo que me ocurrió el viernes noche, dia en qué salí a dar una vuelta por las fiestas patronales de uno de los pueblos de mi localidad.

Salimos 5 personas, sólo dos de ellas eran digamos «oriundas» del pueblo, por tanto, éramos 3 los foráneos a quienes habia que presentar a la plebe nativa. Tras varios apretones de manos y sendos besos en la comisura de los labios (que a algunos hombres les sentaron mal, no tanto a las mujeres), nos dirigimos a la zona de «botellón» propiamente dicha, una suerte de verja cercana al estadio municipal donde no habíamos más de 25 personas tirando para muy alto.

Como habíamos salido cagados y meados, durante la noche nos dedicamos a beber y a comer para completar de nuevo el ciclo, aunque como es bien sabido el ciclo de limpieza intestinal en el ser humano, a veces se completa de cuarto en cuarto de hora, por ello debíamos sortear una serie de obstáculos en el propio campo para encontrar un urinario decente. Y con decente me refiero a escasamente alejado de la zona de juerga y con el suficiente espacio para ir moviéndote hacia atrás mientras duraba el chorro y no mancharte los pies.

Bien, todo hasta aquí no tiene nada que ver con el título del post, así que vamos a ir atando cabos.

Quien me conoce sabe de mi gran afición por el fútbol. Juego todos los fines de semana, casi todos los lunes en invierno y casi todos los días en verano. Tengo más o menos dos equipos en los que alterno mi presencia: el de invierno y de los lunes, formado por amigos de profesión y/o universitarios, y el equipo de los veranos y los fines de semana, mis amigos de toda la vida, con gente a la que conozco desde hace muchísimo tiempo.

Bien, pues los primeros (los universitarios, léase informáticos, industriales, enfermeros, etc..) decidimos este año crearnos una «equipación» que fuera seña de identidad del equipo, de forma que nos reconocieran otros equipos y temieran instantáneamente nuestro potencial (cosa que no suele ocurrir). Además, y visto el sentido del humor que siempre nos acompaña, decidimos poner un toque de originalidad a las camisetas. Sobre un fondo rojo de color rojo rojo, y con letras amarillas, llevamos impresos nuestros números y nombre. Nombre que además ha sido modificado para asemejarse lo más posible a nuestr hipotético equivalente en ruso.

Quien me conoce mejor aún sabe de mi número favorito, así que abajo les dejo una muestra de mi camiseta que vale más que diez párrafos:

Alfredowsky

El resto de nombres lo completan: Manchev, Petchowsky, Alexei, Bermejov, Jesulenko… incluso hay uno que directamente se ha puesto en el nombre Vodka..

Bien, pues se ve que nuestra fama por la universidad ha alcanzado cotas inesperadas de popularidad, ya que durante el botellón, y en uno de los descansos entre canción y canción que por supuesto cantábamos yo mismo y los demás, se me acercó un nativo del pueblo y dio comienzo una curiosa conversación. Para hacerla algo más amena, utilizaré los comentarios entre paréntesis que muestran lo que iba pensando en cada momento, tal como Alan me enseñó:

-Chaval:Quillo, ¿ustedes sois del politécnico verdad? (politécnico es como se conoce al conjunto de edificios de nuestro campus)

-Yo: Efectivamente, ¿por qué? (a ver con qué sale éste)

-Chaval: Ustedes jugais el campeonato de fútbol, ¿verdad? (Aaah, era eso…)

-Yo: Claro

-Chaval: Ustedes sois los que vais de rusos ¿no? (un tipo observador, lástima que no llevara tutú y pompones de animadora mientras nos veía, hubiera resultado la mar de divertido)

-Yo: Esos somos nosotros, este de aquí, este otro, yo, y bueno más gente claro, pero sí que somos nosotros.

-Chaval: es que os vi en un partido, con las camisetas esas rojas, y por la cara me sonabais, con los nombres en ruso (ya lo había deducido, si no te sonamos ¿nos habrías preguntado hijo mío?)

Entonces le expliqué de dónde había salido la idea, y la etimología del símbolo que llevamos en la frontal de la camiseta que para evitar conflictos internacionales, evitaré comentar aquí. Total, que estuvimos hablando un poco de nuestras mierdas de carreras y al rato de fué y seguí cantando y bebiendo. Hasta este punto todo habría quedado en una aislada conversación, pero se ve que los nativos de ese pueblo tienen características especiales, están hechos de otra madera. Tienen la extraña enfermedad de la «memoria de 15 minutos».

Al cabo de ese tiempo había pasado un cuarto de hora (qué chiste más malo, no merece estar en este blog). Bien, pues se me acerca de nuevo el chaval en cuestión, obviaría poner el nombre aquí pero creo que lo olvidé sistemáticamente, como cuando estás en el baño haciendo de vientre, y te entra la necesidad de leer el reverso del bote de champú y al instante olvidas sus ingredientes, así de pronto olvidé el nombre de mi nuevo amigo. He dejado al tío con la palabra en la boca, os cuento la segunda conversación en el lapso de un cuarto de hora que tuvimos:

-Chaval:Quillo, ¿ustedes no jugais al fútbol en el politécnico? (I’m thinking in dejavús)

-Yo: claro, en la liga de allí, los rusos

-Chaval: Claro, ustedes sois los rusos que van de rojo, si me sonaban las caras (aaaah bendita coincidencia)

-Yo: efectivamente, yo, este, este de aquí atrás, los otros doce estuvieron aquí hace un rato pero se fueron justo antes de que vinieras, lástima de no haberte acercado un rato antes. (esta parte es puro vacileo mezclado con coña)

Chaval: Jaja venga ya. Es que yo me acuerdo de un día que no teníamos clase, que teníamos media hora o así libre, y como habían cerrado el comedor que estaban cambiando de dueño, los tres o cuatro que éramos ese día dijimos: ¿qué hacemos? Y se nos ocurrió acercarnos a las pistas a ver si había partido, y allí estabais jugando ustedes, por eso te he dicho lo de los rusos, porque me he acordado cuando os he visto las caras. (flipo)

– Yo: ajá, y en ese partido que dices, ¿ganamos o perdimos? (si voy a entrar en un bucle infinito, al menos recopilaré información para intentar salir)

Chaval: no no, ganasteis por paliza, el otro equipo no era muy bueno.

Bien, la conversación no se estiró mucho más. Al poco rato alguien trajo una caja y ahí ya nos arrancó nuestra vena flamenca, y tiramos del Bicho, los Delincuentes, El Barrio, así hasta que se me apagó la voz. Cuando ya llevabamos el tiempo suficiente como para haber ido dos veces más al «lavabo», me doy cuenta de que el tipo a mi izquierda no se parece a ninguno de mis amigos. No me suena de nada la cara, no recuerdo esa mirada, ni siquiera tengo idea de cómo habla. Pero hay algo en él que me resulta tremendamente familiar. En el instante en que mis dos neuronas entran en contacto y me devuelven la posible identidad del tipo, él mismo se había delatado. Cortocircuito, bucle infinito….:

-Chaval:Quillo, ¿ustedes no sois los rusos que jugais al fútbol? Los que vais de rusos con la camiseta roja (Buaaaaaaaaaaaa!!!)

El resto de la conversación se parece tantísimo a las anteriores que, al más puro estilo de Bill Murray en atrapado en el tiempo, le voy a meter nuevos detalles para que al menos nos echemos unas risas:

Yo: Coño, creía que nadie se había fijado en nuestra equipación, ¿de qué nos conoces?

-Chaval: Es que un día os ví jugar por allí.

-Yo: Ah, si siempre jugamos a puerta cerrada y echamos a patadas a los aficionados por porreros y drogabizcos, ¿cómo es que nos viste jugar?

-Chaval: Es muy sencillo. Resulta que yo alterno los estudios y el trabajo: soy paseador de perros de doce a dos de la tarde todos los días de diario salvo el primer martes de cada mes, y aparte me saco la carrera de ingeniero industrial en el hueco que me queda libre por la mañana, estudiando y haciendo las prácticas por la tarde menos los lunes y jueves por la tarde en los que echo una mano a mi padre en la pastelería.

-Yo: Ah, ¿y eso que tiene que ver?

-Chaval: pues resulta que una de las veces que estaba en las clases por la mañana, el profesor desgraciadamente se quema parte de un brazo con una mezcla mal calibrada de ácido sulfúrico en un tubo de ensayo, de tal forma que tienen que venir los ATS a atenderle. Al realizar la llamada, el conserje confunde el número del hospital con el de un cerrajero y a mi profesor le amputan el pene por accidente. Al no estar en condiciones de continuar con la clase, nos conceden el resto del día libre.

-Yo: Siento lo de tu profesor, pero no me has contado lo del partido.

– Chaval: Verás, el incidente se produjo a las once en punto, y no entraba al trabajo hasta las doce. En ese lapso de tiempo yo buenamente hubiera cogido mi coche para ir a mi casa y así descansar un rato viendo pornografía coreana en compañia de mi abuela, pero ya no tengo medio de transporte. El coche está en el taller, le están tapizando de nuevo el asiento del copiloto, porque una compañera de trabajo a la que llevé a su casa el fin de semana pasado, tras salir de fiesta, no tuvo narices de aguantarse el apretón, y se vio obligada a defecar en el asiento de mi coche. A pesar de consolarla y limpiar con todo tipo de productos el interior del vehículo, resultó imposible quitar ese nauseabundo olor a cañería y sorete y me ví obligado a tapizar de nuevo el asiento.

-Yo:Perdona que te diga, pero yo sigo sin ver la relación.

-Chaval: Mira, el siguiente autobús llegaba a las once y media, y eran las once y mis tres amigos y yo no teníamos nada que hacer hasta esa hora. Dudamos entre ir a tirarles piedras a las cabras de la aldea colindante o ir al comedor. Como el comedor lo habían cerrado hace poco ya que el dueño era un chorizo que cobraba los clínex a 4.50 el paquete, y la aldea de las cabras quedaba en el quinto coño, se nos ocurrió pasarnos a las pistas de fútbol a ver si se jugaba algún partido ese día.

-Yo: Aaaah y es entonces cuando nos vísteis jugar.

-Chaval: hombre esas equipaciones no pasan desapercibidas, con ese símbolo y con esos nombres. Ah oye, lamento dejar esta agradable conversación, pero me parece que he visto por allí a un grupo de jugadoras de baloncesto que tenían una equipación con nombres de enfermedades venéreas con las que me gustaría hablar. Encantado de haberte conocido. (a una las jugadoras) ¡Eh sífilis!, ¿te acuerdas de mi?

Espero no encontrarme con ese tipo en mucho tiempo. Tengo miedo de que llame a la puerta de mi casa de madrugada y, cuando yo salga a abrirle descalzo, con la vela en la mano y el pijama de rayas, venga a darme una mala noticia: ¡oye yo te conozco!…..

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